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Para el año 70 d.C., Israel había evolucionado más allá de ser simplemente un país o la ideología que lo definía. Su pueblo exiliado se convirtió en una sociedad portátil capaz de proporcionar la fuerza de la unidad humana al mundo en expansión.
Abraham contra Nimrod: el equilibrio ideológico continúa.
Cada vez que el ego general crecía, era obligación de los judíos ayudar a equilibrar y estabilizar ese crecimiento para evitar que se volviera destructivo. Las circunstancias externas aseguraron que esto sucediera. Cuando tuvieron éxito, esos países prosperaron y, en el proceso, absorbieron el ejemplo de Israel. Pero cada vez que los judíos fallaban en su papel, se generaba sufrimiento en ese lugar y una crisis que llevaba a lo que parecían ser oleadas de violencia aleatorios contra ellos. Esos eventos estaban llenos de odio, incluso eran mortales, pero no eran aleatorios…
… Siempre ocurrieron cuando Israel abandonó la ley del amor, dejando que la fuerza de expansión siguiera su curso.
Por más difícil que sea de aceptar, tanto el papel de los judíos como la contundente reacción del mundo cuando lo ignoran son naturales. La reacción es esperada, debe ocurrir y es bueno que así sea. Si no fuera así, la humanidad se destruiría a sí misma y nunca alcanzaríamos el bien hacia el que la naturaleza nos está desarrollando.