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El principio de escasez, en economía, propone que con necesidades ilimitadas y recursos limitados no podemos tener plena satisfacción de todo lo que necesitamos. Ahora sabemos que todo viene del Creador quien nos da esa sensación o carencia. Si empezamos a aplicar el principio universal del amor en la interconexión nos daremos cuenta de que los recursos serán suficientes para toda la humanidad; simplemente será necesario que todos pongamos nuestra parte de amor y conexión con nuestros hermanos; que modifiquemos el deseo de recibir sólo para nosotros mismos y este mundo será muy diferente.
Vivimos en un mundo interdependiente en el aspecto material, ya que nadie puede sobrevivir solo, al mismo tiempo estamos separados por el egoísmo y en riesgo de autodestruirnos. Los dilemas surgen por las diversas creencias culturales y personales; desde niños nos enseñan a ser competitivos y a luchar por puestos de trabajo y posiciones sociales, todo para nuestro propio beneficio. El amor es dejado al ámbito de la pareja y la familia, y aún allí, el amor esta lidiando con el conflicto a diario, y no es un tema trascendente para la sociedad moderna.
Un mundo donde prevaleciera la ley del amor y otorgamiento sería aquél donde se acaban las divisiones y la humanidad se vuelve un solo cuerpo en la acción para favorecer el mayor bien para todos. El entendimiento y la cooperación sostendrían la paz y las buenas relaciones entre las naciones; cesarían las guerras, las enfermedades, el consumo excesivo, la contaminación y la violencia, pues todos aceptan a los otros tal y como son; y mediante la educación se ayudaría a las personas a ser más su esencia, a conectar con la Luz Superior, a entender que hay un Plan de la Creación, que rige nuestro destino hacia la Unidad con el Creador. Aprenderíamos a vivir interconectados gracias a los valores espirituales como la compasión, la comunicación, la tolerancia, el respeto a la naturaleza, la responsabilidad compartida, la solidaridad y el amor fraternal entre las criaturas.
Aunque para algunos pueda llegar a sonar utópico, la interconectabilidad de los elementos de un sistema es la única forma de evolución que no está destinada a la autodestrucción. Las celular del cuerpo funcionan como una sola unidad para mantenernos sanos. Cualquier desequilibrio o separación se convierte en un desbalance o una enfermedad.
Con los seres humanos sucede algo igual; debemos funcionar como una sola mente si queremos evolucionar y brindarle bienestar a todas y cada una de las partes del sistema de la creación. De hecho, muchas de las predicciones que hacen los expertos en tecnologías, AI y computación cuántica apuntan a que en un par de décadas la fusión del humano con la maquina es algo inminente. Aunque ellos creen que esta unión sucederá al conectar al ser humano a la AI desde la computación cuántica, esta visión no deja de lado el componente egoísta que nos caracteriza.
Por eso creo que aunque se nos esté “empujando” a esta unión con todos los elementos del sistema desde la tecnología egoísta, no deja de ser el Creaodor quien ya nos ha puesto esta idea dentro y solo dependerá de cada uno (al ejercer su libre albedrío) de elegir cómo se deberá dar esta conexión con el resto de la humanidad y de la creación.
Buenos, se nos dice que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entonces en un estado de interconexión con los demás miembros de un grupo de estudiantes cabalistas podríamos indagar de cuáles son sus deseos o necesidades para poder ayudar a nuestros prójimos al menos incentivarlos a lograr sus deseo, dependiendo de la interactividad se vaya logrando será mejor la conexión entre el grupo.
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